1.000 km de caminos de agua en Sierra Nevada
Una pequeña comadreja puede viajar desde Lanjarón hasta Alboloduy (Almería) si sigue los caminos del agua, las acequias que discurren por las laderas de Sierra Nevada. Conseguiría recorrer los aproximadamente cien kilómetros que en línea recta suponen la cuerda de la Alpujarra utilizando parte de la enorme red de canalizaciones que surcan las laderas de la sierra, casi un millar de kilómetros de infraestructuras, en muchos casos milenarias, que recogen el agua de la alta montaña y la distribuyen hacia zonas medias y bajas para su aprovechamiento agrícola, ganadero y humano. Las acequias de Sierra Nevada y la Alpujarra vuelven a ser los corredores ecológicos que durante siglos marcaron la vida de sus habitantes, el desarrollo de los ecosistemas, y la pervivencia de la fauna y flora de estos territorios, en muchos casos, exclusiva y amenazada de extinción.
«La recuperación de las acequias, sobre todo las que llamamos de ‘careo’, las de mayor altitud, encargadas de recoger el agua de neveros y generar pastizales, ha sido un trabajo conjunto que desde hace unos años se ha llevado a cabo en colaboración con los municipios, comunidades de regantes y científicos», dice el director del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, Javier Sánchez, que considera que se ha dado una nueva vida a una red de «corredores ecológicos» que algunos casos se encontraban en mal estado y que ahora cumplen con su doble uso, «tradicional agrícola y ganadero, y servir de sustento a fauna y flora».
Es fácil imaginar que un canal de agua que discurre de forma pausada, aprovechando los niveles orográficos, con la pureza que le ha otorgado su captación en las altas cumbres, genere ecosistemas y hábitats que variarán en función a la altitud, la exposición al clima y la presencia o no del hombre. Espacios en los que se desarrolla una rica biodiversidad, tanto en sus márgenes como en el interior de los cauces, que sirven de senda para todo tipo de especies. Peces y moluscos de agua dulce habitan en las zonas remansadas, donde la vegetación acuática, algas y briofitos (musgos) les sirven de alimento. Aguas en las que viven anfibios, desde la típica rana, a sapillos parteros (exclusivos de Andalucía Oriental), salamandras, y tritones, y aprovechan los reptiles, como la culebra de agua, Natrix Maura, para cazar y desplazarse a largas distancias.
En la media montaña, los cursos de las acequias son fácilmente detectables porque marcan una línea de vegetación de ribera que las diferencia del paisaje habitual, ya sea de matorral o agrícola. Sauces, zarzas y rosales silvestres. «Gracias a las acequias se ha incrementado la presencia de especies amenazadas de extinción y endémicas de Sierra Nevada, como el Tephroseris elodes, que estaba casi extinguido», que señala la evolución de esta planta, con flores similares a las margaritas, y el crecimiento de los bosquetes de robles, como el resultado de la mejora de acequias de la sierra. La vegetación que rodea los cauces es el refugio perfecto para especies de micromamíferos, ratones de campo, lirones, topillos, y otros muchos, que sirven de alimento a los carnívoros, como zorros, gatos monteses, tejones, jinetas y garduñas, que se desplazan a lo largo de las acequias, por lo que no es difícil ver a un zorro en la Alpujarra oeste, y volver a localizarlo en el este, en Almería, unos días después. La localización de letrinas de tejones junto a las acequias demuestra que se han incrementado las poblaciones de estas especies en zonas próximas a las redes de acequias….